domingo, 2 de diciembre de 2012
Me rindo
Es el dolor de la resignación. El dolor de aceptar que te has ido.
Y no sólo te has ido físicamente, no sólo te has llevado tu persona, tu mundo: te has llevado a la persona que yo creía que eras.
Yo pensaba que eras fiel, que eras incapaz de una traición de esta magnitud.
Yo pensaba que eras felíz conmigo.
Pero también he dejado de culparme: Ya no me culpo de lo que hice o dejé de hacer. Tal vez no fui la novia perfecta, pero creo que nunca te di por sentado, ni dejé de demostrarte o decirte que te quería. He dejado de culparme de que luché por ti.
He dejado de culparme por quererte.
Y aunque no me pediste perdón por el dolor que me has causado, sé que algún día te voy a perdonar. No, aún no puedo decir que ya te perdoné, porque apenas estoy dándome cuenta del daño que me hiciste.
Pero sí me perdono a mí misma el dolor que me he provocado al luchar por ti, por aferrarme a ti. Y estoy resuelta a no hacerme más daño.
Next.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario