Escondido a la vista por entre viejas vías de tren, calles estrechas y altos edificios, sobresale de repente el volumen de piel plateada del museo Soumaya. Resulta ser más pequeño de lo que mi mente imaginaba por las fotos e imágenes que he visto desde que por primera vez me enteré del proyecto, hace un par de años, en una revista. Desorientada por la falta de correspondencia del entorno con la obra, logro -apenas- concentrarme en el volumen del museo. No consigo discernir si me parece un yunque o un barco, pero desde varios ángulos exteriores el entorno se empeña en repetir sin cansancio: “inconcluso”. Enmarcado por las torres de Plaza Carso en un lado, y por el otro, las vías de tren y excavaciones profundas como contrapunto. Te recibe una escalinata que oculta una serpenteante rampa que te conduce a un opresivo punto de acceso. El paso de la escala monumental a la escala humana se da de una manera casi brutal.
"Ahí van tus quincenas" dijo @Tishaamx
Una vez dentro de la diminuta abertura que hace las veces de pórtico, comienzan las referencias inevitables al Guggenheim de Frank Lloyd Wright. Accediendo por una puerta revolvente -y tras pasar por los arcos electrónicos de seguridad- llegas al vestíbulo de acceso, luminoso y amplio. Dos esculturas llenan el espacio austero y luminoso, y al fondo una rampa para iniciar el recorrido. Al contrario del Guggenheim de Lloyd Wright, en el que el vestíbulo y la rampa es el espacio que ordena el recorrido, en este caso la rampa abraza las salas de forma ineludible. Es imprescindible recorrer una sala para llegar a otra -a menos, claro, que uses el elevador, por demás escondido-. Empiezo a ascender por la rampa para ir hacia la primera sala y basta una mirada -una solamente- para darme cuenta que la atención al proyecto empezó y terminó en la forma del edificio.
Barandales despintados, muros recubiertos de tirol planchado con suciedad de manos y golpes de pies, zoclos -ese elemento tan básico- brillando por su ausencia. Mármol cuarteado, piso laminado de madera de pésima calidad. Extintores asentados en el suelo. El descuido de años de uso en... un mes de vida. “Es que generó tanto interés que ha sido visitado por innumerable gente. ¡Cómo pudieron haberlo previsto!”. Difiero. Como arquitecto y como profesionista sé perfectamente que un proyecto no termina en la envolvente. La arquitectura -desde mi punto de vista- la encuentras más que nada en los detalles.
Extintores sobrepuestos en el suelo; no hay zoclos
Un mes de vida y ya evidencia el uso de años de descuido
Tapas en el suelo que se levantan al pisarlas, piso de pésima calidad
Está claro que una vez dentro, el edificio debe ceder el protagonismo a la verdadera razón de ser del mismo: la exhibición. Sin embargo, eso no quiere decir que no debe de ponerse atención a los detalles de aquél. Precisamente el hecho de proyectar cuidadosamente el zoclo, los barandales, la ubicación de las luminarias -por mencionar sólo algunas- permite que el edificio pase inadvertido. En la medida en la que funcionen correctamente, impedirán que la atención se desvíe del acervo artístico contenido en él. Por no haberse tomado el tiempo ni el esfuerzo en especificar los materiales que se usarían para el barandal -de forma que aguante a las miles de manos que se deslizarían por él-, al momento de ir subiendo por la rampa la atención se desvía hacia el estado lamentable del mismo. Y este es sólo un ejemplo. Al estar en medio de la exposición, no puede uno evitar sentirse encandilado por el exceso de iluminación artificial, con rieles sobrepuestos al plafón sin más orden que el capricho de la museografía.
Instalaciones al descubierto sin orden ni concierto.
Pero, ¿Y la museografía?
No hay.
Puedes encontrar similitudes en el tema de la exposición que estás viendo. Puedes ver el nombre del artista y la fecha de la obra. Pero nada más. Si eres entendido de las obras que estás viendo, de la época, las condiciones sociales y culturales del momento y sabes algo del autor de la obra, no tendrás problema. Si eres autodidacta y cuentas con un smartphone, supongo tendrás la iniciativa de buscar al instante la información que te hace falta. Pero si no tienes ninguna de estas herramientas y acudes al museo con la intención de culturizarte, aprender -¿no es acaso esa la función del museo?- me temo que fallarás estrepitosamente.
Tal vez disfrutes viendo las obras de arte expuestas y seguramente te enamorarás de alguna -o varias. Finalmente es una de las naturalezas del arte: provocar emociones. Pero el arte también provoca hambre de conocimiento. Deseo de conocer más sobre lo que estás viendo. De saber algo sobre la persona que lo creó, aparte del nombre y la fecha en que pintó o hizo tal obra. Y esas son las herramientas que no están a tu alcance en el “museo”.
Ya desde el nombre algo está mal. No es, en definitiva, un museo. Una exhibición: quizá ese sería el término adecuado. Pero esto, claro, es sólo mi punto de vista, abierto al debate. Finalmente a los mexicanos nos gusta mucho el morbo y el exhibicionismo, ¿no es así?
6 comentarios:
Huy, qué mala onda que la 'gloria' del museo se quedó en la pura fachada. Tenía la ilusión de que sería un museo hermoso y completo, como los que tanto hacen falta en México... Oh well.
Así es mi querida Flowers, a mí también me hacía mucha ilusión. En contrapunto del fiasco que me llevé, pasé a visitar el Museo del Monumento a la Revolución. Pese a lo pequeño, ¡ese sí que es un museo! Información breve, clara, completa. Herramientas para que busques más información e interactúes. Un espacio original, creativo, digno. Así que no todo está perdido. :)
No debí haber leído este post. De por sí que es uno criticón.
Me imagino la junta en que decidieron no ponerle zoclo. Que si así venían los planos. Que de quien será la culpa. Que que tal si uno vinílico. Que dice el sr. Slim que ya se pasaron de presupuesto.
Un lavado de manos al estilo de Poncio Pilatos, pues.
Pues que lástima, ojalá vayan arreglando esos desperfectos conforme al tiempo.
Por tus comentarios más que museo parecería que estás describiendo la bodega de arte de Slim :P, un simple lugar donde botar todo lo que ya no cabe en sus propiedades
En efecto, no es un museo, sino un espacio tipo galería para hacer un display de una colección privada (sumamente envidiable, por cierto).#Megafail
Probando.... no podré escribir lo que escribí en el primer intento, esto es sólo para comprobar que la tecnología no está contra mi o que de plano lo que dije no debía ser publicado según blogger jaaaaaaaaaaa.
Tisha
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