Todos buscamos despertar al genio de la botella. O queremos la botella que traiga al genio dentro, listo para salir cuando lo ocupemos. O una varita mágica. O el conjuro que nos ponga lo que deseamos ahí, enfrente de nuestros ojos, en el momento en que lo queramos. Pero al mismo tiempo, negamos todas estas posibilidades desde el momento mismo de pensarlas, descartándolas y matándolas.
Era noviembre del 2009. Habían pasado varios meses en la obra más estresante de mi vida profesional, con turnos de 24 x 7. Estábamos, Lucy y yo, en uno de esos raros instantes en que podíamos alejarnos de las complicaciones del proyecto en el que estábamos tan inmersas, que todos los problemas, errores y situaciones aparecían magnificadas cada vez que se presentaban. Estábamos, pues, tomando una pausa en un famoso café. Hicimos nuestro pedido y nos entregaron, junto con nuestras bebidas, un cartoncito, en el que se leía la palabra "Desearía" y espacio en blanco para poner un deseo. También había un mural donde estaban poniendo los deseos de todas las personas.
Pasamos un rato leyendo los deseos de las demás personas. Había deseos tipo Miss Universo -amor y la paz mundial- , deseos de pasteles, deseos de dulces, deseos de juguetes; y había el que pedía un pony llamado Centella. Tras mucho pensar, saqué la pluma mágica -porque SIEMPRE hay que cargar con la pluma mágica, esa con la que escribes todo lo importante- y escribí sin pensarlo: "Desearía que ya se termine el basurero".
El "basurero" era el término con el que nos referíamos a la obra. Primero con odio, posteriormente con cariño; y hoy en día hasta con amor. El deseo se quedó ahí, en manos de los empleados del café. Si lo publicaron o no, nunca lo supe. La cosa fue que, exactamente una semana después, el "basurero" llegó a su fin, y también mi trabajo con la empresa. Para bien o para mal, yo había deseado ese descanso, esa... pausa de la vida laboral. Pausa que duró 8 meses. Con algunas interrupciones, pero fueron 8 meses de "descanso" de todo lo relacionado con la construcción. Pausa que me ayudó a reflexionar, a probar otros caminos laborales, a darme cuenta de que lo mío, lo que me gusta, lo que disfruto y en lo que además soy endiabladamente buena, es la construcción.
Repetí el ritual en octubre del 2010. Tenía la oportunidad de volver a trabajar con Lucy en la obra que nos unió, y fui al mismo café, a pedir una bebida y esta vez, anoté mi deseo en una servilleta, que en esta ocasión dejé sobre la mesa para que alguien -el mesero, el siguiente comensal- la encontrara y la leyera. Y se cumplió. Una semana después exactamente. Sólo que en esta ocasión, no estaba destinada a suceder. Hubo motivos de terceras personas por las que no me quedé en el trabajo, pero el deseo, se cumplió. Firmé contrato e incluso hice un primer día en el trabajo.
Así que ahora sé que los deseos se cumplen. Se cumplen si sabes lo que quieres y tienes el valor de pedirlo. Pero también, así como puedes mover a voluntad los hilos del destino, hay caminos preestablecidos que tienes que recorrer -porque siempre tenemos que aprender algo antes de avanzar-, y a veces los deseos que pedimos no están alineados con este camino. Y sin embargo, no puedes saberlo hasta que el deseo se haya cumplido.
Por eso, no dejaré de pedir deseos. De pedirlos sin miedo y con ganas, desde el fondo del corazón.
5 comentarios:
Cortesía de @chocodonte: En el valor está todo. Desear algo asumiendo todas las consecuencias requiere mucho coraje.
A veces las situaciones difíciles no nos dejan ver más allá de la tempestad, siendo que olvidamos que las verdaderas lecciones de vida vienen de las cosas no tan bellas con las que nos toca lidiar y siempre, SIEMPRE nos queda una generosa "lección aprendida" (cortesía GMM) que nos hace crecer... Te quiero amiga, y con esto te empiezo a desear un maravilloso y muy felís cumpleaños, sabes que aunque no estemos físicamente juntas, estamos unidas por siempre gracias a esta empatía perversa que nos vuelve a juntar siempre que menos lo esperamos... Besos
Desearía que el inombrable me amará tanto como yo a él y luego ... y entonces ... fueramos felices por siempre :)
Si, soy yo esa .... que te imaginas ;)
Los límites de nuestros sueños están en la razón, el poder de alcanzarlos esta en cuanto creemos en nosotros para conseguirlos... Hagamos que las cosas sucedan hoy ;)
Estas mejor que el señor de los trabajos!
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